“Aplicar recursos propios de los juegos, como el diseño, las dinámicas o los elementos de los juegos, en contextos no lúdicos, con el fin de modificar los comportamientos de los individuos, actuando sobre su motivación, para la consecución de objetivos concretos”.
Teixes (2015)
En otras palabras, se trata de aplicar a una actividad del aula los aspectos que hacen que un juego sea atractivo para conseguir una mayor motivación y favorecer el esfuerzo y el rendimiento de nuestros alumnos.
Los educadores en un tema, una asignatura o un trimestre creamos un mundo inspirado en las dinámicas y mecánicas del juego, consiguiendo una experiencia completamente diferente y enriquecedora.
Diseñamos una narrativa o una situación en la que nuestros alumnos tienen que superar diferentes niveles, conseguir puntos o superar mundos. Todo ello desarrollando los contenidos establecidos.
Entre los beneficios que nos aporta la gamificación encontramos:
Mejora del proceso de aprendizaje.
Desarrollo de las capacidades.
Mayor número de estrategias para la resolución de problemas.
Adquisición de habilidades sociales.
Desarrollo de la inteligencia emocional.